¡Oídme, ciudadanos de Roma! Como antiguo general del glorioso imperio, os traigo palabras de motivación y honor que resonarán en vuestros corazones como un himno a la grandeza de nuestra patria. En los campos de batalla, la motivación era nuestro fuego sagrado, que nos impulsaba a la victoria y la grandeza. Marchaba al frente de nuestras legiones, liderando con valor y determinación, compartiendo vuestros riesgos y sacrificios. En esos momentos oscuros, recordábamos el orgullo de servir a Roma, de defender nuestros ideales y de proteger nuestro imperio de cualquier amenaza. La verdadera motivación reside en el amor por Roma y en la convicción de que formamos parte de algo más grande que nosotros mismos. ¡Por Roma y por la gloria eterna!